jueves, 18 de noviembre de 2010

DIA 32 Usa lo que Dios te ha dado


Por cuanto nosotros mismos hemos sido moldeados en
todas estas partes, excelentemente formadas y operando
maravillosamente, en el cuerpo de Cristo, sigamos adelante
y seamos aquello para lo que fuimos creados.
Romanos 12:5 (PAR)


 
Lo que res es el don de Dios para ti; lo que haces contigo
mismo es el don tuyo para Dios.
Proverbio danés.

Dios merece lo mejor de ti.
Él nos formó con un propósito, y espera que explotes al máximo lo que te ha dado. Él no quiere que envidies ni te preocupes de las habilidades que no posees, sino que te enfoques y uses los talentos que te ha dado.
Cuando intentes servir a Dios de maneras para las que no estás formado, es como meter un cubo a la fuerza dentro de un círculo, es frustrante y produce resultados limitados. También es una pérdida de tu tiempo, de tu talento y de tu energía. La mejor manera de vivir tu vida es sirviendo a Dios de acuerdo a tu FORMA, para o cual debes descubrir tus dones, aprender a aceptarlos y a disfrutarlos de modo que puedas desarrollarlos a su máxima expresión.

DESCUBRE TU FORMA
La Biblia dice: “No actúes desconsideradamente, sino trata de encontrar y hacer lo que sea que el Señor quiere que hagas”.. No dejes que otro día se te vaya. Comienza a encontrar y clarificar lo que Dios quiere que seas y hazlo.
Comienza evaluando tus dones y recursos. Tómate un tiempo, mira honestamente en lo que eres bueno y en lo que no lo eres. Pablo aconsejó: “Trata de tener un estimado sano de tus capacidades”.
Haz una lista. Pregúntales a otras personas su opinión sincera. Diles que estás buscando la verdad y no cumplidos.
Los dones espirituales y las habilidades naturales son siempre confirmados por otros. Si piensas que has sido dotado para ser maestro o cantante y otra persona no está de acuerdo contigo, ¿qué crees? Si quieres saber si tienes el don de liderazgo, ¡pues mira sobre tus hombros! Si nadie te sigue, no eres un líder.
Haz preguntas como estas: ¿Dónde he visto frutos en mi vida que otras personas puedan confirmarlos? ¿En qué he visto que soy exitoso? La evaluación de tus dones espirituales y los inventarios de tus habilidades pueden tener valor, pero son limitados en su utilidad. En primer lugar, están estandarizadas de manera que no cuentan dentro de tu singularidad. Segundo, no hay definición de los dones espirituales enlistados en la Biblia, de manera que cualquier definición es arbitraria y representa casi siempre un prejuicio denominacional.
Otro problema es que mientras más maduro eres, más propenso estás a manifestar las características de cierto número de dones. Puedes estar sirviendo, enseñando o dando generosamente más allá de la madurez porque es tu don espiritual.
La mejor manera de descubrir tus dones y habilidades es experimentando en las diferentes áreas de servicio. Yo pude haber tomado cientos de exámenes para determinar mis dones y habilidades cuando era joven y nunca haber descubierto que recibí el don de enseñanza ¡porque nunca enseñé! Sucedió sólo después de que comencé a aceptar oportunidades para hablar que vi más resultados, recibí confirmación de otros, y me di cuenta de que “¡Dios me había dotado para que hiciera eso!”
Muchos libros llegan a descubrir este proceso al revés. Enseñan: “Descubre tu don espiritual para que conozcas qué ministerio se supone que tienes”. Realmente esto opera de manera opuesta. Comienza sirviendo, experimenta en diferentes ministerios y descubrirás tus dones. Hasta que realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno.
Tienes docenas de habilidades y dones escondidos que no sabes que los tienes porque nunca los has puesto a prueba. Así que te exhorto a que hagas cosas que nunca antes has hecho. No importa cuán viejo seas, te insto a que no dejes de experimentar. He conocido muchas personas que han descubierto talentos escondidos a sus setenta y ochenta años. Conocí a una corredora de noventa años que ganó una carrera de 10kilómetros sin descubrir que disfrutaba correr ¡hasta que llegó a los setenta y ocho años de edad!.
No trates de encontrar tus dones antes de enrolarte a servir en algo. Simplemente, empieza a servir ya. Descubre tus dones involucrándote en el ministerio. Intenta enseñar, dirigir, organizar, tocar un instrumento o trabajar con los jóvenes. Hasta que realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno. Si no funciona, llámalo “experimento”, no fracaso. Eventualmente descubrirá para qué eres bueno.
Considera las oportunidades y la personalidad. Pablo aconsejó: “Haz una exploración cuidadosa de quién eres y el trabajo que estás haciendo para que entonces te sumerjas en él”. Otra vez, esto ayuda a recibir retroalimentación de quienes mejor te conocen. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué es lo que realmente disfruto hacer? ¿Cuándo me siento vivo completamente? ¿Qué es lo que hago cuando pierdo la noción del tiempo? ¿Me gusta la rutina o la variedad? ¿Prefiero servir en equipo o por mí mismo? ¿soy introvertido o extrovertido? ¿Soy más pensador que perceptivo? ¿en qué disfruto más, compitiendo o cooperando?
Examina tus antecedentes y extrae las lecciones que aprendiste. Revisa tu vida y piensa en cómo ha sido formada. Moisés les dijo a los israelitas: “Recuerden hoy lo que han aprendido acerca del Señor a través de sus experiencias con Él”. Olvidar las experiencias no es bueno. Esta es una buena razón para mantener un diario espiritual. Pablo, preocupado por los creyentes de Galacia, no podía desaprovechar el dolor que ellos habían pasado, así que les dijo: “¿Fueron todas sus experiencias desaprovechadas? ¡Espero que no!”
Raras veces vemos el buen propósito de Dios en el dolor, el fracaso o la vergüenza mientras lo vivimos. Cuando Jesús le lavó los pies a Pedro, le dijo: “Tú no sabes ahora lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás”. Sólo en retrospectiva entendemos cómo Dios usa los problemas para bien.
Extraer las lecciones de tus experiencias toma tiempo. Te recomiendo que tomes un fin de semana completo para un retiro y hagas una revisión de tu vida, en la que puedas hacer un alto para que veas cómo Dios ha trabajado en momentos decisivos en tu vida y consideres cómo quiere que uses esas lecciones para ayudar a otros. Hay recursos que pueden ayudarte en esto.

ACEPTA Y DISFRUTA TU FORMA
Dado que Dios conoce lo que es mejor para ti, deberías aceptar con gratitud cómo te hizo. La Biblia dice: “¿Qué derechos tienes tú, un ser humano, para interrogar a Dios? La vasija no tiene derecho de decirle al alfarero: “¿Por qué me hiciste de esta forma?” ¡Sin duda el alfarero puede hacer lo que quiera con la arcilla!”.
Tu forma fue determinada soberanamente por Dios para su propósito, de manera que no debes resentirte o rechazarla. En vez de tratar de reformarla tú mismo para parecerte a alguien, deberías celebrar la forma única que Dios te dio. “Cristo nos ha dado a cada uno de nosotros habilidades especiales, lo que Él quiere que tengamos de su bodega rica en dones”.
Parte de aceptar tu forma es reconocer tus limitaciones. Nadie es bueno en todas las cosas, y ninguno es llamado a hacerlas todas. Cada uno tiene sus roles definidos. Pablo entendió que su llamado no era para llevar a cabo todas las cosas o complacer a cada uno, sino que se enfocó sólo en el ministerio particular que Dios había formado para él. Pablo dijo: “Nuestra meta es estar dentro de los límites del plan de Dios para nosotros”.
La palabra límites se refiere al hecho de que Dios asigna a cada uno un área o campo de acción para el servicio. Tu forma determina tu especialidad. Cuando tratamos de ampliar demasiado nuestro ministerio más allá del radio de acción para el que Dios nos ha formado, sufrimos estrés. Así como en una competencia a cada corredor se le da un carril para que corra en él, individualmente debemos “correr con paciencia la carrera particular que Dios ha puesto delante de nosotros”. No tengas envidia de los corredores de la línea próxima a la tuya, sólo enfócate en terminar tu carrera.
Dios quiere que disfrutes usando la forma que te ha dado. La Biblia dice: “Asegúrate de hacer lo que debes, porque después disfrutarás la satisfacción personal de haber hecho tu trabajo bien, y no necesitas compararte con cualquier otro”. Satanás tratará de robarte el gozo del servicio en dos maneras: tentándote para que compares tu ministerio con las expectativas de los otros, y tentándote a conformar tu ministerio con las expectativas de los otros. Ambas son trampas mortales que te distraerán del servicio de la manera en que dios quiere que lo sirvas. En el momento que pierdas el gozo en tu ministerio, comienza a considerar si una de estas tentaciones es la causa. La Biblia nos advierte que nunca nos comparemos con otros: “Haz tu propio trabajo bien, para que entonces tengas de qué estar orgulloso. Pero no te compares con otros”. Hay dos razones por las que nunca debes comparar tu forma, tu ministerio o sus resultados con ningún otro. Primero, encontrarás siempre a alguien que parece estar haciendo mejor trabajo que el tuyo y eso te desanimará. O hallarás siempre a alguien que parece que no es efectivo como tú y eso te llenará de orgullo. Cualquiera de estas actitudes te pondrán fuera de servicio y te robarán tu gozo.
Pablo dice que es necio compararnos con otros: “Nosotros no nos atrevamos a igualarnos ni a compararnos con algunos que se recomiendan a sí mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que hacen”.
La Biblia El Mensaje lo parafrasea así: “En todas estas comparaciones, calificaciones y competencias, ellos pierden completamente el punto”.
Encontrarás personas que por no entender tu forma para ministrar, te criticarán y tratarán de llevarte a lo que ellos piensan que debes hacer. Debes ignorarlos. Pablo tuvo que enfrentar críticos que mal interpretaron y difamaron su servicio. Su respuesta siempre fue la misma: Evita las comparaciones, resiste las exageraciones, y ve sólo las recomendaciones de Dios.
Una de las razones por las que Pablo fue grandemente usado por dios fue porque rechazó ser distraído por la crítica, o por la comparación de su ministerio con el de otros, o por enfrascarse en debates vanos acerca de su ministerio. Tal como John Bunyan lo dijo: “Si mi vida no tiene fruto, no importa quién me alabe; y si mi vida tiene fruto, no importa quién me critique”.

MANTENTE DESARROLLANDO TU FORMA
La parábola de los talentos nos enseña que Dios espera de nosotros que hagamos lo máximo con lo que Él nos da. Debemos cultivar nuestros dones y habilidades, manteniendo nuestros corazones ardientes, creciendo en nuestro carácter y personalidad, ampliando nuestras experiencias de manera que cada vez seamos más eficaces en nuestro servicio. Pablo les dijo a los Filipenses: “Que el amor de ustedes abunde cada vez más en conocimiento y en buen juicio”, y le recordó a Timoteo que “avives la llama del don de Dios que recibiste”.
Si no ejercitas tus músculos, se debilitan y atrofian. De la misma manera, si no utilizas las habilidades y destrezas que dios te ha dado, las perderás. Jesús enseñó la parábola de los talentos para enfatizar esta verdad. Refiriéndose al siervo que fracasó al usar su único talento, el dueño dijo: “Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil”.
Si no usas lo que se te ha dado, lo perderás; usa la habilidad que ya tienes y Dios la aumentará. Pablo le dijo a Timoteo: “Asegúrate de usar las habilidades que Dios te ha dado... Ponlas a trabajar”.
Cualquiera de los dones que hayas recibido podrá crecer y desarrollarse mediante la práctica. Por ejemplo, nadie tiene el don de la enseñanza totalmente desarrollado, pero con estudio, retroalimentación y práctica, el “buen” maestro podrá convertirse en uno mejor y, con el tiempo, crecerá y se convertirá en un maestro excelente. No te conformes con tener un don desarrollado a medias, esfuérzate al máximo para aprender todo lo que puedas. “Concéntrate en hacer lo mejor para Dios, trabajo del cual no te avergonzarás”. Aprovecha cada oportunidad de entrenamiento para desarrollar tu forma y tus destrezas de servicio.
En el cielo estaremos sirviendo a Dios por siempre. Pero ahora mismo nos podemos preparar para el servicio eterno practicando aquí. Igual que los atletas que se preparan para las Olimpiadas, nos mantendremos entrenando para ese gran día: “Ellos hacen esto por una medalla de oro que se deslustra y palidece. Tú vas detrás de una que es de oro eterno”.
Estamos preparándonos para las responsabilidades y recompensas eternas.
DÍA TREINTA Y DOS
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Dios merece lo mejor de mí.
Versículo para recordar: “Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad”. 2º Timoteo 2:15 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Cómo puedo hacer mejor uso de lo que Dios me ha dado?

DIA 31 Entiende tu FORMA


Tú creaste mis entrañas; me formaste
en el vientre de mi madre.
Salmos 139:13(NVI)

Sólo tú puedes ser tú.
Dios nos diseñó a cada uno de nosotros de tal manera que no haya un doble en el mundo. Nadie tiene la misma mezcla exacta de factores que te hacen único. Eso significa que nadie más en la tierra podrá jugar el papel que Dios planeó para ti. Si no haces tu contribución especial al cuerpo de Cristo, ésta no se hará. La Biblia dice: “Hay diferentes tipos de dones espirituales... diferentes maneras de servicios... diferentes habilidades para hacer el servicio”. En el capítulo anterior explicamos los primeros dos: tus dones espirituales y tu oportunidad del corazón. Ahora veremos el resto de tu FORMA para servir a Dios.

FORMA: RECURSOS PARA USAR
Tus recursos son los talentos naturales con los que naciste. Algunas personas tiene recursos naturales con las palabras: ¡hablan desde las entrañas! Otras tienen recursos atléticos innatos, son excelentes en coordinación física. Otros son buenos en matemáticas, música o mecánica.
Cuando Dios quería que se hiciera el Tabernáculo y todos los utensilios para la adoración, proveyó artistas y artesanos que fueron formados con “destreza, habilidad, y conocimiento en todo tipo de manualidades para hacer diseños artísticos... y para emplear todo tipo de artesanía”.
Aún hoy Dios confiere esas habilidades y miles más, para que las personas puedan servirle.
Todos nuestros recursos provienen de Dios. Incluso los que usamos para pecar son dados por Dios, sólo que son mal usados o abusados. La Biblia dice: “Dios nos ha dado a cada uno de nosotros la habilidad de hacer bien ciertas cosas”. dado que las habilidades naturales o recursos provienen de Dios, son tan importantes y espirituales como tu forma espiritual. La única diferencia es que ellas te fueron dadas al nacer.
Una de las excusas más comunes de las personas para no servir es: “Yo no tengo ningún recurso”. Esto es ridículo. Tienes docenas, probablemente cientos de habilidades no explotadas, no reconocidas y sin uso; habilidades inactivas dejadas de lado. Muchos estudios han revelado que el promedio de las personas posee de 500 a 700 diferentes habilidades y destrezas, más de las que te puedes imaginar.
Por ejemplo, tu cerebro puede almacenar cien trillones de hechos. Tu mente puede manejar 15.000 decisiones en un segundo, como cuando tu sistema digestivo está trabajando. Tu nariz puede oler hasta 10.000 diferentes olores. Tu tacto puede efectuar miles de contactos diarios y tu lengua puede saborear una parte de quinina en dos millones de partes de agua. Eres un increíble legajo de habilidades, una maravillosa creación de Dios. Parte de la responsabilidad de la iglesia es identificar y lanzar tus habilidades para el servicio de Dios.
Cada recurso puede usarse para la gloria de Dios.
Pablo dijo: “Cualquier cosa que hagas, hazlo todo para la gloria de Dios”. La Biblia está llena de ejemplos de habilidades diferentes que Dios usa para su gloria. Aquí hay algunas mencionadas en la Escritura: habilidad artística, habilidad arquitectónica, administrativa, bancaria, naviera, para hacer caramelos, debatir, diseñar, embalsamar, bordar, cincelar, cultiva, pescar, dirigir, manejar, construir, hacer música, armas, coser, pintar, plantar, filosofar, inventar, carpintería, navegar, vender, ser soldado, marino, enseñar, escribir literatura y poesía. La Biblia dice: “Hay habilidades diferentes para desempeñar el servicio, pero es el mismo Dios quien da la habilidad a todos para su servicio particular”. Dios tiene un lugar en su iglesia donde tu especialidad puede brillar y puedes hacer la diferencia. Queda de tu parte encontrar ese lugar.
Dios da la habilidad a ciertas personas de hacer mucho dinero. Moisés les dijo a los israelitas: “Recuerden al Señor su Dios, porque Él es quien les da la habilidad de producir riquezas”. Las personas con esta habilidad son buenas levantando negocios, haciendo ventas y tratos y obteniendo ganancias. Si tienes esta habilidad para comerciar, debes usarla par la gloria de Dios. ¿Cómo? Primero, capta tu habilidad, entrégala a Dios y dale el crédito. Segundo, usa tu negocio para servir a otros y para compartir tu fe con los incrédulos. Tercero, devuelve al menos el diez por ciento de las ganancias a Dios como acto de adoración. Finalmente, alcanza tu meta: ser edificador del reino más que edificador de riquezas. Explicaré esto en el capítulo 34.
Lo que soy capaz de hacer, eso es lo que Dios quiere que haga. Tú eres la única persona en la tierra que puede usar tus habilidades. Nadie puede jugar tu papel, porque nadie más tiene la forma única que Dios te ha dado. La Biblia dice que Dios te equipó “con todo lo que necesitas para hacer su voluntad”. Para descubrir la voluntad de Dios para tu vida, debes examinar seriamente en qué eres bueno y en qué no. Si Dios no te dio habilidad para entonar una melodía, seguro que no espera que seas cantante de ópera. Él nunca te pedirá que dediques tu vida a una tarea para la que no tengas talento. Por otra parte, las habilidades que tienes son señales fuertes de lo que dios quiere que hagas con tu vida. Hay indicios que te permiten conocer cuál es la voluntad de Dios para ti. Si eres bueno diseñando, o reclutando, o dibujando u organizando, es muy seguro asumir que el plan de dios para tu vida incluye esa habilidad en alguna manera. Dios no desperdicia recursos, Él preparará nuestro llamado con nuestras capacidades.
Tus recursos no te fueron dados para subsistir, Dios te los dio para tu ministerio. Pedro dijo: “Dios Les ha dado a cada uno de ustedes algunas habilidades especiales; asegúrense de usarlas para ayudarse cada uno, compartiendo con otros los muchos tipos de bendiciones de parte de Dios”.
En este momento, cerca de 7.000 personas están usando sus habilidades ministeriales en la Iglesia Saddleback, proveyendo los mas variados tipos de servicio que te puedas imaginar: reparando carros donados para darlos a los necesitados; haciendo los mejores convenios para las compras de la iglesia en jardinería, organizando archivos, diseñando arte, elaborando programas, construyendo, proveyendo cuidados de salud, preparando comidas, componiendo canciones, enseñando música, escribiendo grandes propuestas, entrenando equipos, haciendo investigaciones para sermones o traduciéndolos, y cientos de otras tareas especializadas. A los nuevos miembros se les dice: “¡Cualquier cosa que hagas bien, debes ponerla al servicio de tu iglesia!”

FORMA: MI PERSONALIDAD CUENTA
Con frecuencia no nos damos cuenta de lo verdaderamente únicos que somos cada uno de nosotros. Las moléculas de ADN pueden unirse en una gama de números infinitos. El número es 10 elevado a la 2.400.000.000. Esta es la probabilidad de encontrar alguien parecido a ti. Si escribieras ese número con cada cero, ¡necesitarías una tira de papel de dos centímetros de ancho por 59.544 kilómetros de largo!
Para poner esto en perspectiva algunas científicos han sugerido que todas las partículas en el universo con probablemente menos de 10 con 76 ceros detrás, mucho menos que las posibilidades de tu ADN.
Tu singularidad es un hecho de vida científico. Cuando Dios te hizo, rompió el molde. Nunca ha existido ni existirá alguien exactamente igual a ti.
Es obvio que a Dios le gusta la variedad, ¡mira alrededor! Él nos creó a cada uno con una combinación única de atributos personales. Dios hace a los introvertidos y los extrovertidos. A personas “pensadoras” y “perceptivas”. Algunas trabajan mejor cuando se le asigna un trabajo individual mientras que otras trabajan mejor en equipo. La Biblia dice: “Dios obra a través de personas diferentes en maneras diferentes, pero es el mismo Dios quien cumple su propósito a través de todos ellos”. La Biblia nos da abundante prueba de que Dios usa todo tipo de personalidades. Pedro era sanguíneo. Pablo era un colérico. Jeremías era melancólico. Cuando miras las personalidades diferentes en los doce discípulos, es fácil ver por qué algunas veces tenían conflictos entre ellos.
No hay temperamentos “correctos” o “equivocados” en el ministerio. Necesitamos todo tipo de personalidades para tener un balance en la iglesia y darle sabor. El mundo sería un lugar muy aburrido si todos fuéramos simplemente vainilla. Afortunadamente, las personas viene en más de treinta y un sabores.
Tu personalidad afectará cómo y dónde uses tus dones espirituales y recursos. Por ejemplo, dos personas pueden tener el mismo don de evangelizar, pero si una es introvertida y la otra es extrovertida, ese don se expresará en maneras diferentes.
Los carpinteros saben cuán fácil es trabajar con una textura granular. De la misma manera pasa cuando estás forzado a ministrar de una manera que es ”ajena” a tu temperamento, porque crea tensión, incomodidad, requiere fuerzas y energías extras, y produce menos que mejores resultados. Este es el meollo de por qué imitar el ministerio de alguien nunca resulta. Tú no tienes su personalidad. Por otra parte, ¡Dios te hizo para que seas tú! Puedes aprender del ejemplo de otros, pero debes depurar lo que aprendes a través de tu propia forma. En la actualidad hay muchos libros y herramientas que pueden ayudarte a entender tu personalidad de manera que puedas determinar cómo usarla para Dios.
Así como los vitrales, nuestras personalidades reflejan la luz de Dios en muchos colores y modelos. Esto bendice a la familia de Dios con profundidad y variedad. También nos bendice personalmente. Te sientes bien cuando haces lo que Dios quiere que hagas. Cuando ministras de manera congruente con la personalidad que Dios te dio, experimentas realización personal, satisfacción y productividad.

FORMA: ANTECEDENTES (SIRVEN PARA ALGO)
Tú has sido formado por tus antecedentes en la vida, tus experiencias, la mayoría de las cuales estuvo fuera de tu control. Dios permitió todas ellas para su propósito de moldearte. Para determinar tu forma para servir a Dios, debes examinar por lo menos seis tipos de experiencias:
§ Familiares: ¿Qué aprendiste al crecer en tu familia?
§ Educacionales: ¿Cuál fue tu materia favorita en la escuela?
§ Vocacionales: ¿En cuál trabajo has sido más eficiente y cuál has disfrutado más?
§ Espirituales: ¿Cuál ha sido tu momento más importante con Dios?
§ Ministerio: ¿Cuánto has servido a Dios en el pasado?
§ Dolorosas: ¿Qué has aprendido de los problemas, lesiones, aguijones y pruebas?
Es esta última categoría, la de las experiencias dolorosas, la que dios usa la mayoría de las veces para prepararte para su ministerio. ¡Dios nunca desperdicia el dolor! De hecho, el ministerio más grandioso surgirá de tu dolor más grande. ¿Quién puede ministrar a los padres de un niño con síndrome de Down sino otra pareja que tenga un niño en la misma condición? ¿Quién puede ayudar mejor a un alcohólico a superarse que alguien que haya luchado contra ese demonio y logró su libertad? ¿Qué mejor apoyo para una esposa cuyo esposo la dejó por un romance, que el de una mujer que ya pasó por esa agonía?
Dios intencionalmente permite que atravieses por experiencias dolorosas para equiparte para que ministres a otros. La Biblia dice: “Él nos consuela en todos nuestros problemas de manera que podamos consolar a otros. Cuando otros están en problemas, debemos estar dispuestos a darles a ellos el mismo consuelo que Dios nos ha dado”.
Si realmente deseas ser usado por Dios, debes entender una verdad poderosa: las experiencias que más te han dejado resentido y lastimado en la vida, las que has ocultado y has olvidado, son las que Dios quiere que uses para ayudar a otros. ¡Ellas son tu ministerio!
Para que Dios use tus experiencias dolorosas debes estar dispuesto a compartirlas. Debes dejar de cubrirlas, y honestamente admitir tus faltas, fallas y temores. Quizás haciendo esto hagas tu ministerio más efectivo. Las personas se animan más cuando les compartimos la manera en que la gracia de Dios nos ayudó en nuestra debilidad, más que jactarnos de nuestras fortalezas.
Pablo entendió esta verdad, de manera que fue sincero acerca de su contienda con la depresión. Él admitió: “Él nos mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, quien los ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor: Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito”.
Si pablo hubiese ocultado su experiencia de duda y depresión como un secreto, millones de personas nunca se habrían beneficiado de ella.
Los antecedentes, sólo si son compartidos, ayudan. Aldous Huxley dijo: “La experiencia no es lo que te pasa a ti. Es lo que hacen con lo que te pasa”. ¿Qué harás con lo que has tenido que pasar? No deseches tu dolor, úsalo para ayudar a otros.
Como ya hemos visto las cinco maneras en que Dios te ha formado para el servicio, espero que tengas un aprecio más profundo por la soberanía de Dios y una idea más clara de cómo te ha preparado para el propósito de servirle. Usar tu FORMA es el secreto para ambas cosas: la eficiencia y el cumplimiento del ministerio. Serás más efectivo cuando uses tus dones espirituales y tus habilidades en el área que tu corazón desea, y en la manera que mejor exprese tu personalidad y experiencia. Mientras mejor te capacites y uses tus recursos, más exitoso serás.
DÍA TREINTA Y UNO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Nadie puede ser yo.
Versículo para recordar: “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas”. 1º Pedro 4:10 (NVI).
Pregunta para considerar: Lo que Dios me da, habilidades o experiencias personales, ¿puedo ofrecerlas a mi iglesia?

DIA 30 Formado para servir a Dios


“Me hiciste con tus propias manos;
tú me diste forma”.
Job 10:8 (NVI)

“El pueblo que yo me he formado
contará mis alabanzas”.
Isaías 43:21 (PAR)

Fuiste formado para servir a Dios.

Dios formó a cada criatura de este planeta con un área especial de habilidades. Algunos animales corren, otros saltan, otros nadan, otros se encuevan, y otros vuelan. Cada uno tiene un papel particular a jugar, basado en la manera en que fueron formados por Dios. Lo mismo pasa con los seres humanos. Cada uno de nosotros fue diseñado de manera única, formado para hacer ciertas cosas.
Antes de diseñar un nuevo edificio, lo primero que se pregunta un arquitecto es: “¿Cuál será su propósito? ¿Cómo será usado?” La función intenta siempre determinar la forma del edificio. Antes que Dios te hiciera, decidió qué rol quería que jugaras en la tierra. Él planeó con exactitud cómo quería que lo sirvieras, y te formó para esa tarea. Eres de la manera que eres, porque fuiste hecho para un ministerio específico.
La Biblia dice: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras”. La palabra poema viene del griego que significa “hechura”, “artesanía”. Eres una obra de arte hecha a mano por Dios. No eres hecho en una línea de producción, ni ensamblado ni producido en cantidades industriales. Eres un diseño hecho a la medida, una pieza original. Dios deliberadamente te hizo y te formó para que le sirvieras de cierta manera que hace que tu ministerio sea único. Con sumo cuidado mezcló un cóctel de ADN con el que te hizo. David alabó a Dios por ese increíble cuidado personal y lo detalla: “Tú hiciste todo lo delicado, las partes interiores de mi cuerpo y las uniste en el vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme maravillosamente complejo! Tu hechura es prodigiosa”. como Ethel Waters dice: “Dios no hace chatarra”.
Dios no sólo te formó antes que nacieras, sino que planeó cada día de tu vida para apoyar su proceso para formarte. David continúa diciendo: “Cada día de mi vida fue grabado en tu libro. Cada momento fue organizado antes de que el día pasara”. Eso quiere decir que nada de lo que pasa en tu vida es irrelevante. Dios usa todo eso para formarte para que ministres a otros y te forma para servirlo a él. Dios no desperdicia nada. Él no te daría habilidades, intereses, talentos, dones, personalidad y experiencias a menos que tenga la intención de usarlos para su gloria. Si identificas y entiendes esos factores puedes descubrir la voluntad de Dios para ti.
La Biblia dice que eres “maravillosamente complejo”. Eres una combinación de muchos factores diferentes. Para ayudarte a recordar cinco de esos factores, hice un acróstico sencillo con la palabra FORMA (indistintamente usaré cualquier sinónimo de esta palabra).
En este capítulo y el próximo estudiaremos esos cinco factores y le daremos seguimiento, te explicaré cómo descubrirlos y usarlos.

CÓMO TE FORMA DIOS PARA TU MINISTERIO
Siempre que Dios nos da una asignación, nos equipa con lo que necesitamos para cumplirla. A esta combinación de aptitudes se le llama moldear o dar FORMA:
Formación espiritual
Oportunidades
Recursos
Mi personalidad
Antecedentes

FORMA: FORMACIÓN ESPIRITUAL
Dios le da a cada creyente dones espirituales para usarlos en el ministerio. Son habilidades especiales dadas por dios a los creyentes para servirle. La Biblia dice: “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios”. No puedes obtener los dones espirituales o merecerlos, ya que son regalos. Son una expresión de la gracia de Dios para ti. “Cristo ha repartido generosamente sus dones en nosotros”. No puedes escoger los dones que quieras tener; Dios es quien los determina. Pablo explica: “Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina”.
Puesto que Dios ama la variedad y quiere que seamos especiales, no nos dio el mismo don a todos. Por otra parte, ningún individuo recibe todos los dones. Si los tienes todos, no tienes necesidad de otro, y eso podría estropear algunos de los propósitos de Dios; Él nos enseña a depender unos de otros.
Tus dones espirituales no se te dieron para tu propio beneficio sino para el de otros, así como los de ellos son para tu beneficio. La Biblia dice:”A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás”. Dios lo planeó así para que tuviéramos necesidad unos de otros. Cuando usamos nuestros dones juntos, todos nos beneficiamos. Si otros no los usan, no los disfrutas, y si no usas los tuyos, ellos tampoco se benefician. Ese es el motivo por el que se nos manda descubrir y desarrollar nuestros dones espirituales. ¿Has invertido tiempo en descubrir cuáles son tus dones espirituales? Un don sin descubrir no vale nada.
Olvidar esas verdades básicas acerca de los dones, siempre causa conflictos en las iglesias. Dos problemas comunes son los “dones de envidia” y los “dones de imitación”. El primero ocurre cuando comparamos nuestros dones con los de otros; nos sentimos insatisfechos con lo que Dios nos dio, y empezamos a resentirnos y a sentir celos de la manera en que Dios usa a otros. El segundo problema sucede cuando esperamos que los demás tengan nuestro mismo don, realicen la misma labor que fuimos llamados a hacer y sientan la misma pasión que sentimos al hacerla. La Biblia dice: “Hay diversas maneras de servir; pero un mismo Señor”.
Algunas veces los dones espirituales se enfatizan tanto que descuidamos otros factores que Dios usa al formarnos para su servicio. Tus dones revelan la llave para descubrir la voluntad de dios para tu ministerio, pero ellos no lo son todo. También, Dios te ha moldeado en otras cuatro maneras.

FORMA: OPORTUNIDADES PARA TU CORAZÓN
La Biblia usa el término corazón para describir el manojo de deseos, esperanzas, intereses, ambiciones, sueños y afectos que posees, en fin, oportunidades. Tu corazón es la fuente de todas tus motivaciones, lo que amas hacer y lo que más cuidas. Aún hoy usamos la palabra de esta manera cuando decimos: “Te amo con todo mi corazón”.
La Biblia indica: “En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona”. Tu corazón revela lo real de ti, lo que eres verdaderamente, no lo que otros piensan de ti o lo que las circunstancias te impulsan a ser. Tu corazón representa la fuente de tus motivaciones, por qué actúas en la forma en que lo haces.
Físicamente, cada uno de nosotros tiene latidos del corazón característicos. Así como cada uno tiene huellas dactilares únicas, tono de voz, etc., no hay dos latidos de corazón idénticos. Es asombroso que entre todos los billones de personas que viven, no haya otra que tenga los latidos del corazón exactamente igual a los tuyos.
De la misma manera, Dios nos ha dado a cada uno “un latido” emocional” único que se apresura cuando pensamos acerca de temas, actividades o circunstancias que nos interesan. Instintivamente ponemos más atención a ciertas cosas que a otras. Esos son indicios que señalan dónde debes servir.
Otra palabra que tiene que ver con el corazón es pasión. Hay ciertos temas que te apasionan y otros que no te interesan. Algunas experiencias captan tu atención mientras otras pasan inadvertidas o te aburren. Eso revela la naturaleza de tu corazón.
Mientras crecías, puede que hayas descubierto algunas cosas muy interesantes, las cuales no le interesaban a nadie más en tu familia. ¿De dónde proceden esos intereses? Provienen de Dios. Él tiene un propósito al darte esos intereses natos. Tu latido emocional es la segunda llave para entender tu forma para servir. No ignores tus intereses. Considera cómo podrías usarlos para la gloria de dios. Debe haber una razón por la que te agrada hacer esas cosas.
La Biblia declara con insistencia: “Sirve al Señor con todo tu corazón”. Dios quiere que le sirvas con pasión, no por obligación. Las personas rara vez dan lo mejor de sí al realizar tareas que no disfrutan. Dios quiere usar tus intereses naturales para servir a otros y a Él. Escuchar tu motivación interna puede apuntar al ministerio que Dios quiere que tengas.
¿Cómo sabes que le sirves a Dios con tu corazón? La primera señal es el entusiasmo. Cuando haces algo que te gusta, nadie tiene que motivarte o retarte. Lo haces por puro gozo. No necesitas recompensas o aplausos o pagos, porque disfrutas sirviendo de esa manera. Lo opuesto también es cierto, cuando no tienes corazón para hacer algo, te desanimas con facilidad.
La segunda característica de servir a Dios con todo tu corazón es la efectividad. Cuando haces algo para lo que dios te hizo amar, entonces das lo mejor de ti. La pasión exige perfección. Si no te interesa una tarea, probablemente no des lo mejor. En contraste, las personas que logran metas en cualquier campo son las que hacen las cosas con pasión, no por obligación o ganancia.
Oímos a la gente decir: “Acepté un trabajo que detesto; lo que deseo es hacer dinero, así que algún día renunciaré y haré lo que me gusta hacer”. Ese es un error muy grave. No pierdas tu vida en un trabajo que no exprese tu corazón. Recuerda, lo más grande en la vida no son las cosas. Vivir una vida con propósito es más importante que todo el dinero del mudo. El hombre más rico del mundo, Salomón, dijo una vez: “Una vida simple en el temor de Dios es mejor que una vida rica con una tonelada de dolores de cabeza”.
No te conformes con buscar “la buena vida”, porque no es lo suficientemente buena. Al fin y al cabo no satisface. Puedes tener mucha vida y aún así no tener nada por lo cual vivir. En vez de que tu meta sea “una vida mejor”, sirve a Dios en una forma que expreses tu corazón. Descubre lo que te gusta hacer, lo que Dios te puso en el corazón, y hazlo para su gloria.
Esa es tu oportunidad.
DÍA TREINTA
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Fui moldeado para servir a Dios.
Versículo para recordar: “Dios obra a través de personas diferentes en maneras diferentes, pero es el mismo Dios que cumple su propósito a través de todos ellos”. 1º Corintios 12:6 (PAR).
Pregunta para considerar: ¿De qué manera puedo verme sirviendo y amando a otros apasionadamente?

DIA 29 Acepta tu asignación


PROPÓSITO Nº 4
FUISTE FORMADO PARA SERVIR A DIOS

¿Qué somos?... Nada más que servidores por medio
de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que
el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó,
pero Dios ha dado el crecimiento.
1º Corintios 3:5-6 (PAR)
Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales dios dispuso de antemano
a fin de que las pongamos en práctica.
Efesios 2:10 (NVI)

Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado
a cabo la obra que me encomendaste.
Juan 17:4 (NVI)

Fuiste puesto en la tierra para aportar algo.

No fuiste creado sólo para consumir sus recursos, para comer, respirar y ocupar espacio. Dios te diseñó para que hicieras una diferencia con tu vida. Hay muchos libros que ofrecen consejo en cuanto a cómo obtener una mejor calidad de vida, que por cierto no es la razón por la que Dios te hizo. Fuiste creado para añadir vida a la tierra, no para quitársela. Dios quiere que le des algo a cambio. Este es el cuarto propósito de Dios para tu vida, lo que llamamos tu “ministerio” o servicio. La Biblia nos da los detalles.
Creados para servir a Dios. La Biblia dice:”Dios nos creó para una vida de obras buenas, las cuales ha preparado para nosotros”. Esas “buenas obras” son tu servicio. Siempre que sirves a otros de cualquier manera, verdaderamente estás sirviendo a Dios y cumpliendo uno de tus propósitos. En los dos capítulos siguientes verás cómo Dios te ha formado para este propósito.
Lo que dios le dijo a Jeremías también es válido para ti: “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado”. Fuiste puesto en este planeta para cumplir una asignación especial.
Salvado para servir a Dios. La Biblia afirma: “Él es quién nos salvó y escogió para su obra santa, no porque lo merecíamos sino porque estaba en su plan”. Dios te redimió para que hicieras su “obra santa”. Tú no eres salvo por buenas obras, sino para buenas obras. En el reino de Dios, tienes un lugar, un propósito, un rol y una función a cumplir. Esto le da a tu vida un gran significado y valor.
Costó la propia vida de Jesús comprar tu salvación. La Biblia nos recuerda que fuimos “comprados por un precio”. No servimos a Dios por miedo, por culpa o por obligación, sino con gozo y profunda gratitud por lo que ha hecho por nosotros.
A Él debemos nuestras vidas. Gracias a su salvación nuestro pasado ha sido perdonado, nuestro presente tiene significado y nuestro futuro está asegurado. A la luz de esos beneficios increíbles, Pablo concluyó: “Tomando en cuenta la misericordia de Dios... ofrezcan sus vidas como sacrificio vivo, dedicado a su servicio”.
El apóstol Juan enseñó que nuestro servicio a otros en amor muestra que verdaderamente fuimos salvados. Él dijo: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos”. Si no amo a los demás ni deseo servirles, y si sólo estoy concentrado en mis necesidades; debería preguntarme si Cristo está realmente en mi vida. Un corazón salvado es uno que quiere servir.
Otro término para el servicio de Dios, mal interpretado por la mayoría de las personas, es la palabra ministerio. Cuando la mayoría de las personas la escuchan, piensan en pastores, sacerdotes y clérigos profesionales, pero Dios dice que cada miembro de su familia es un ministro. En su Palabra, los vocablos servidor y ministro son sinónimos, igual que servicio y ministerio. Si eres cristiano, eres un ministro y cuando estás sirviendo, estás ministrando.
Cuando la suegra de Pedro enfermó y fue sanada por el Señor, instantáneamente “se levantó y comenzó a servirle”, aplicando la recepción del don de la salud. Esto es lo que nosotros debemos hacer. Fuimos sanados para ayudar a otros. Fuimos bendecidos para ser de bendición. Fuimos salvados para servir, no para sentarnos y esperar el cielo.
¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios no nos llevó de inmediato al cielo en el momento que aceptamos su gracia? ¿Por qué nos deja en un mundo caído? Él nos puso aquí para cumplir con sus propósitos. Una vez que has sido salvado, Dios intenta usarte en sus planes. Él te tiene un ministerio en su iglesia y una misión en el mundo.
Llamado para servir a Dios. A medida que crecías, pudiste haber pensado que ser “llamado” por Dios era algo para misioneros, pastores, monjas y otros trabajadores de “tiempo completo”; pero la Biblia dice que cada cristiano es llamado a servir. Tu llamado a la salvación incluye el llamamiento a servir. Ambos son lo mismo. Cualquiera que sea tu trabajo o carrera, estás llamado al servicio cristiano a tiempo completo. Un “cristiano que no sirve” por definición es una contradicción.
La Biblia dice: “Él nos salvó y nos llamó a ser su pueblo, no por lo que hemos hecho sino según su propósito”. Pedro añade: “Fueron escogidos para hablar de las excelentes cualidades de Dios, quien los llamó. En el momento en que usas las habilidades que Dios te dio para ayudar a otros, estás cumpliendo con tu llamado.
La Biblia afirma: “Ahora perteneces a Él... de manera que puedas ser usado para el servicio de Dios”.¿Cuánto de tu tiempo estás usando en servir a Dios? En algunas iglesias en China, a los nuevos creyentes les dan la bienvenida diciendo: “Jesús ahora tiene un nuevo par de ojos para ver, nuevos oídos para escuchar, nuevas manos para ayudar y un nuevo corazón para amar a otros”.
Una de las razones por las que necesitas integrarte a la familia de la iglesia es para cumplir de forma práctica con tu llamado a servir a otros creyentes, todo es importante. La Escritura indica: “Todos ustedes juntos son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es una parte necesaria y separada de éste”. Tu servicio se necesita con desesperación en el cuerpo de Cristo; pregunta en cualquier iglesia local. Cada uno de nosotros tenemos un papel a desempeñar; cada papel es importante. En ningún sentido hay servicio pequeño para Dios.
Tampoco hay ministerios insignificantes en la iglesia. Algunos son visibles y otros se desarrollan detrás del escenario, pero todos son valiosos. Los ministerios, pequeños o escondidos, a veces hacen una inmensa diferencia. En mi hogar, la luz más importante no es la del gran candelabro que está en el comedor, sino la de la pequeña lamparita de noche que impide que me golpee el dedo del pie cuando me levanto en la noche. No hay correlación entre tamaño e importancia. En asuntos del ministerio, todos dependemos unos de otros.
¿qué pasa cuando una parte del cuerpo falla? Te enfermas. El resto de tu cuerpo sufre. Imagínate si tu hígado decidiera comenzar a vivir por sí mismo: “¡Estoy cansado! ¡No quiero servir más a este cuerpo! Quiero un año de descanso; que sólo me alimenten. ¡Tengo que hacer lo mejor para mi! Deja que otro tome mi lugar. ¿Qué podría pasar? Tu cuerpo podría morir. Hoy miles de iglesias locales están muriendo porque los cristianos se rehúsan a servir. Se sientan como espectadores, mientras el cuerpo sufre.
Se te manda servir a Dios. Jesús fue inerrable:”Tu actitud debe ser igual a la mía, porque yo, el Mesías, no vine a ser servido sino a servir y a dar mi vida”. Para los cristianos, el servicio no es opcional, sino algo que debe estar arraigado en nuestros horarios si escatimamos el tiempo. Es el corazón de la vida cristiana. Jesús vino “a servir” y “a dar”, y esos dos verbos también pueden definir tu vida en la tierra. Servir y dar, en resumen, son el cuarto propósito de Dios para tu vida. La Madre Teresa dijo una vez: “Vivir en santidad es hacer la obra de Dios con una sonrisa”.
Jesús enseñó que la madurez espiritual nunca es un fin en sí mismo. ¡La madurez es para ministrar! Maduramos para dar. No es suficiente seguir aprendiendo más y más. Debemos poner en acción lo que conocemos y poner en práctica lo que proclamamos creer. Impresión sin expresión causa depresión. El estudio sin servicio conlleva a un estancamiento espiritual. La antigua comparación entre el mar de Galilea y el Mar Muerto aún es cierta. Galilea es un lago lleno de vida que recibe agua pero también da. En contraste, nada vive en el mar Muerto, porque no tiene salida de agua, está estancado.
Lo último que muchos creyentes necesitan es otro estudio bíblico más. Ya saben más de lo que ponen en práctica. Lo que necesitan son experiencias sirviendo en lo que puedan ejercitar sus músculos espirituales.
El servicio es lo opuesto a nuestra inclinación natural. La mayoría del tiempo nos interesamos más en que “nos sirvan” que servir. Decimos: “Estoy buscando una iglesia que supla mis necesidades y me sea de bendición”, en vez de decir: “busco un lugar para servir y ser de bendición”. Esperamos que otros nos sirvan, no al contrario. Pero en cuanto maduramos en Cristo, el foco de nuestras vidas debe cambiar cada vez más para vivir sirviendo. El seguidor maduro de Jesús se para y pregunta: “¿Quién va a suplir mis necesidades?” y vuelve a pregunta: “¿Qué necesidades puedo satisfacer?” ¿Te has hecho esa pregunta?

CÓMO PREPARARSE PARA LA ETERNIDAD
Al final de tu vida en la tierra te presentarás delante de Dios, y Él evaluará cuán bien les serviste a otros con tu vida.
La Biblia afirma: “Cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta personalmente a Dios”. Medita en las implicaciones de esto. Un día dios comparará cuánto tiempo y energía gastamos en nosotros mismos comparado con lo que invertimos en servir a otros.
A esa altura, todas nuestras excusas egocéntricas sonarán vacías: “Estaba muy ocupado” o “Tenía mis propias metas” o “Estaba preocupado con el trabajo, con la diversión o preparándome para la jubilación”. Para todas esas excusas Dios responderá: “Lo siento, respuesta equivocada”. Yo te hice, te salvé, te llamé y te mandé a vivir una vida de servicio. ¿Qué parte no entendiste?” La Biblia advierte a los no creyentes: “Él derramará su furia y su ira en aquellos que viven para sí mismos”, pero para los cristianos esto significará una pérdida de recompensas eternas.
Sólo estamos completamente vivos cuando ayudamos a otros. Jesús dijo: “Si insistes en salvar tu vida, la perderás. Sólo aquellos que dan sus vidas por mi causa y por la causa de las buenas nuevas siempre conocerán lo que esto significa en la vida realmente”. Esta verdad es tan importante que se repite cinco veces en los Evangelios. Si no estás sirviendo, sólo estás existiendo; porque la vida se creó para ministrar. Dios quiere que aprendas a amar y servir a otros con abnegación.

SERVICIO Y SIGNIFICADO
Vas a dar tu vida por algo. ¿Será por una carrera profesional, por un deporte, un entretenimiento, fama o riquezas? Nada de eso tiene importancia duradera. El servicio es el camino a la significación real. Es a través del ministerio que descubrimos el significado de nuestras vidas. La Biblia afirma: “Cada uno de nosotros encuentra su función y significado como parte de su cuerpo”. Es en el servicio unido a la familia de Dios, que nuestras vidas cobran relevancia eterna. Pablo dice: “Quiero que pienses en cómo todo esto te hace más significativo, no menos... porque tú eres una parte”.
Dios quiere usarte para marcar una diferencia en su mundo. Él quiere trabajar a través de ti. No importa la duración de tu vida sino la donación de la misma. No cuánto tiempo viviste, sino cómo lo hiciste.
Si no estás involucrado en ningún servicio o ministerio, ¿qué excusa has estado usando? Abraham era viejo, Jacob inseguro, Lea sin atractivo, José fue abusado, Moisés tartamudeaba, Gedeón era pobre, Sansón codependiente, Rahab una inmoral, David tuvo una amante y todo tipo de problemas familiares, Jeremías estaba deprimido, Jonás era rebelde, Noemí una viuda, Juan el Bautista un excéntrico, Pedro impulsivo, Marta preocupada por todo, la samaritana fracasada en varios matrimonios, Zacarías era impopular, Tomás tuvo dudas, Pablo tuvo una salud pobre y Timoteo era tímido. Esta es efectivamente una variedad de individuos que no se adaptan muy bien al ambiente, pero dios los usó a cada uno de ellos para su servicio. También te usará a ti, si dejas de dar excusas.

DÍA VEINTINUEVE
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: El servicio no es opcional.
Versículo para recordar: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”. Efesios 2:10 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Qué es lo que me impide aceptar el llamado de Dios para servirle?

DIA 28 Requiere tiempo


Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo
para todo lo que se hace bajo el cielo.
Eclesiastés 3:1 (NVI)

Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena
obra en ustedes la irá perfeccionando hasta
el día de Cristo Jesús.
Filipenses 1:6 (NVI)
No hay atajos en el camino hacia la madurez.
Convertirnos en adultos requiere años, y toda una estación para que el fruto crezca y madure. Eso también es cierto con respecto al fruto del Espíritu. El desarrollo de un carácter semejante al de Cristo no se puede apresurar. El crecimiento espiritual, como el físico, lleva tiempo.
Cuando se intenta acelerar la maduración de la fruta, pierda su sabor. En Estados Unidos, por lo general, se arrancan los tomates sin madurar para que no se magullen cuando son enviados a los mercados. Después, antes de ser vendidos, estando aún verdes, son rociados con CO2 para que queden rojos el instante. Los tomates rociados con gas son comestibles pero su sabor no tiene punto de comparación con el de un tomate al que se le permitió madurar a su tiempo.
Mientras nosotros nos preocupamos en qué tan rápido crecemos. Dios se interesa en qué tan fuertes crecemos. Dios ve nuestras vidas desde y para la eternidad, por eso nunca tiene prisa.
Lane Adams en cierta oportunidad comparó el proceso del crecimiento espiritual con la estrategia que los aliados usaron en la Segunda Guerra Mundial para liberar a las islas del Pacífico sur. Primero hicieron el trabajo de “ablande” de una isla, debilitando la resistencia mediante el bombardeo de las fortalezas enemigas con bombas lanzadas desde naves que estaban en la costa. Después, un pequeño grupo de soldados especializados invadía la isla y establecía una “cabecera de playa”, una pequeña zona de la isla, una parte del territorio a la vez. Finalmente toda la isla quedaba bajo su control, aunque no sin antes librar algunas batallas costosas.
Adams trazó este paralelo: Antes que Cristo invada nuestra vida en la conversión, a veces tiene que “ablandarnos”, permitiendo que tengamos algunos problemas que no podemos resolver. Aunque algunos abren sus vidas a Cristo la primera vez que llama a la puerta, la mayoría nos resistimos y estamos a la defensiva. Nuestra experiencia previa a la conversión es que Jesús nos dice: “¡He aquí yo estoy a la puerta y bombardeo!”
En cuanto aceptamos a Cristo, Dios consigue una cabeza de playa y así conquista una parte de nuestra vida. Podemos pensar que hemos rendido toda nuestra vida a Él, pero lo cierto es que hay mucho en nuestra vida de lo cual ni siquiera somos conscientes. Solamente podemos entregarle a Dios tanto de ella como entendamos en ese momento. Y eso está bien. Cuando le entregamos una parte a Cristo, Él empieza su campaña para tomar más y más territorio hasta que toda nuestra vida es completamente suya. Habrá luchas y batallas, pero el resultado final nunca se pone en duda.
Dios ha prometido que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”.El discipulado es el proceso de conformarse a Cristo. La Biblia dice: “Llegamos a la madurez verdadera, esa medida de desarrollo que se define como “la plenitud de Cristo””. La semejanza a Cristo es nuestro destino final, pero el viaje durará toda la vida.
Hasta ahora hemos visto que este viaje involucra creer (mediante la adoración), pertenecer (en la comunión), y llegar a ser (mediante el discipulado). Dios quiere que llegues a ser un poco más como Él cada día: “Ustedes han empezado a vivir la vida nueva, en la cual están siendo renovados y están llegando a ser como el que los hizo”.
Hoy estamos obsesionados por la velocidad, pero Dios está más interesado en la fortaleza y la estabilidad que en la rapidez. Queremos el arreglo rápido, el atajo, la solución inmediata. Un sermón, un seminario o una experiencia que resuelva todos los problemas al instante, quite las tentaciones y nos libere de todos los dolores del crecimiento. Pero la verdadera madurez nunca es resultado de una sola experiencia, no importa cuán poderosa o conmovedora llegue a ser. El crecimiento es gradual. La Biblia dice: “Nuestras vidas gradualmente se vuelven más luminosas y más hermosas mientras Dios entra en nuestras vidas y llegamos a ser como Él”.

¿POR QUÉ TOMA TANTO TIEMPO?
Aunque Dios podría transformarnos en un instante, decidió desarrollarnos lentamente. Jesús entrena a sus discípulos de forma pausada. Así como Dios les permitió a los israelitas tomar la tierra prometida “poco a poco” para que no quedaran agobiados, prefiere trabajar en nuestras vidas avanzando paso a paso.
¿Por qué toma tanto tiempo cambiar y crecer? Hay varias razones.
Somos de lento aprendizaje. A menudo tenemos que releer una lección cuarenta o cincuenta veces para captarla realmente. Los problemas siguen repitiéndose, y pensamos: “¡Otra vez no! ¡Eso ya lo aprendí!”; pero dios sabe más. La historia de Israel ilustra cuán rápidamente olvidamos las lecciones que Dios nos enseña y cuán pronto regresamos a nuestros viejos modelos de conducta. Necesitamos repetidas exposiciones de la lección.
Tenemos mucho que desaprender. Muchas personas van a un psicólogo por un problema personal o relacional que desarrollaron durante años y le dicen: “Necesito que me arregle esta situación. Tengo una hora”. ¡Qué ilusos! Esperan una solución rápida a una dificultad histórica y profundamente arraigada. Dado que la mayoría de nuestros problemas ¾y de todas nuestras malas costumbres¾ no se desarrollaron de la noche a la mañana, es poco realista esperar que se marchen de inmediato.
No hay ninguna píldora, oración o principio que deshaga al instante el daño provocado en el transcurso de muchos años. Requiere arduo trabajo de eliminación y sustitución. La Biblia lo llama “quitándose el viejo hombre” y “poniéndose el nuevo hombre”. Aunque se te dio una naturaleza totalmente nueva en el momento de la conversión, todavía tienes viejos hábitos, modelos y prácticas que necesitan ser eliminados y reemplazados.
Tememos enfrentar con humildad la verdad acerca de nosotros mismos. Ya he señalado que la verdad nos hará libres, pero a menudo primero nos hace sentir infelices. El temor de lo que podríamos descubrir si enfrentáramos con sinceridad nuestros defectos de carácter nos mantiene presos en la negación. Sólo en la medida que permitamos que Dios, con la luz de su verdad, ilumine nuestros defectos, fracasos y complejos, podremos empezar a trabajar en ellos. Por eso no podemos crecer sin una actitud humilde y con una buena disposición de aprender.
A menudo el crecimiento es doloroso y nos asusta. No hay crecimiento sin cambio, no hay cambio sin temor o pérdida, y no hay pérdida sin dolor. Todo cambio involucra alguna clase de pérdida: debes desprenderte de las viejas costumbres para poder experimentar las nuevas. Tenemos miedo de estas nuestra propia derrota porque, como ocurre con un par de zapatos gastados, al menos son cómodos y familiares.
A menudo las personas construyen su identidad alrededor de sus defectos. Suelen decir: “Es que así soy yo cuando...” y “Así es como soy”. La preocupación inconsciente es que si abandono mi hábito, mi herida o mi complejo, ¿quién seré? Este temor definitivamente puede frenar tu crecimiento.
Desarrollar hábitos lleva tiempo. Recuerda que tu carácter es la suma de todos tus hábitos. No puedes decir que eres amable a menos que por costumbre lo seas, muestras tu gentileza aun sin pensarlo. No puedes decir que eres íntegro a menos que tengas por hábito ser siempre sincero. Un marido que es fiel a su esposa la mayor parte del tiempo ¡no es fiel en absoluto! Sus hábitos definen su carácter.
Hay sólo una manera de desarrollar los hábitos de un carácter semejante al de Cristo: Practicarlos: ¡y eso toma tiempo! No existen hábitos instantáneos.
Pablo instó a Timoteo: “Practica estas cosas. Consagra tu vida a ellas para que todos puedan ver tu progreso”.
Si practicas algo durante un tiempo, te perfeccionas en eso. La repetición es la madre del carácter y la habilidad. Estos hábitos que edifican el carácter se llaman a menudo “disciplinas espirituales”, y hay docenas de grandes libros que pueden enseñarte cómo realizarlas. Sugiero que leas los mejores para tu crecimiento espiritual (Apéndice 2).

no te apresures
Mientras creces en la madurez espiritual, hay varias maneras de cooperar con Dios en el proceso.
Cree que Dios está trabajando en tu vida aun cuando no lo sientas. El crecimiento espiritual es a veces un trabajo tedioso, en el cual se avanza un pequeño paso a la vez. Espera un progreso gradual. La Biblia dice: “Todo sobre la tierra tiene su propio tiempo y su propia estación”. En tu vida espiritual también hay estaciones. A veces experimentarás un crecimiento intenso por un tiempo corto (primavera) seguido de un período de estabilización y prueba (otoño e invierno).
¿Qué hay de esos problemas, hábitos y heridas que te gustaría que desaparecieran? Está muy bien orar por un milagro, pero no te decepciones si la respuesta llega mediante un cambio gradual. Con el tiempo, un flujo lento y firme de agua erosiona la piedra más dura y convierte las rocas gigantes en guijarros. Con el tiempo, un pequeño brote puede convertirse en un árbol gigante que supere los cien metros de alto.
Ten un cuaderno o diario para anotar las lecciones aprendidas. Este no es un diario de acontecimientos, sino un registro de lo que estás aprendiendo. Apunta los descubrimientos y lecciones que Dios te enseña acerca de Él, de ti, de la vida, de las relaciones y de todo lo demás (Apéndice 2). Anótalas para que puedas repasarlas y recordarlas y pasárselas a la siguiente generación. La razón por la cual debemos volver a aprender las lecciones es porque las olvidamos. El repaso periódico de tu diario espiritual te puede evitar mucho sufrimiento y dolor innecesarios. La Biblia dice: “Es crucial que nos aferremos con firmeza a lo que hemos oído para que no nos extraviemos”.
Sé paciente con Dios y contigo mismo. Una de las frustraciones de la vida es que el programa de Dios raramente es igual al nuestro. A menudo tenemos prisa, pero Dios no. Es posible que te sientas frustrado con el progreso aparentemente lento que estás experimentando.
Recuerda que Dios nunca anda deprisa, pero siempre llega a tiempo. Él usará toda tu vida preparándote para tu papel en la eternidad.
La Biblia está llena de ejemplos de la manera en que Dios utiliza un largo proceso para desarrollar el carácter, sobre todo en los líderes. Tomó ochenta años para preparar a Moisés, incluyendo cuarenta en el desierto. Por 14.600 días Moisés siguió esperando y preguntándose: “¿Ya es hora?” Pero dios seguía diciendo: “Todavía no”. Contrariamente a los títulos de los libros populares, no hay Pasos fáciles para alcanzar la madurez o los Secretos de la santidad instantánea. Cuando Dios quiere hacer crecer un roble gigante, toma cien años; pero cuando quiere hacer un hongo, lo hace en una noche. Las almas grandes crecen y se forman atravesando luchas, tormentas y tiempos de sufrimiento. Ten paciencia con el proceso. Santiago aconsejó: “No intentes salir de nada prematuramente. Dejen que haga su trabajo para que ustedes lleguen a ser maduros y bien desarrollados”.
No te desanimes. Cuando Habacuc se deprimió porque pensaba que Dios no estaba actuando con suficiente rapidez, dios le dijo: “Las cosas que planeo no ocurrirán inmediatamente. Lentamente, con tranquilidad, pero con certeza, se acerca el tiempo en que la visión se cumplirá. Si parece muy lento, no desesperes, porque estas cosas tendrán que ocurrir. Ten paciencia. No se retrasarán ni un solo día”. Un retraso no significa negación de parte de Dios.
Recuerda cuánto has progresado, no únicamente cuánto te falta. No estás donde quieres, pero tampoco donde estabas. Hace años las personas usaban un botón muy popular con las siguientes letras: PFTPDNHTCT. Es decir: “Por Favor Ten Paciencia, Dios No Ha Terminado Conmigo Todavía”. Dios no ha terminado contigo tampoco, así que sigue avanzando.
¡Hasta el caracol subió a bordo del arca por su perseverancia!
DÍA VEINTIOCHO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: No hay atajos en el camino hacia la madurez.
Versículo para recordar: “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”. Filipenses 1:6 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿En qué aspecto de mi crecimiento espiritual necesito ser más paciente y perseverante?

sábado, 13 de noviembre de 2010

DIA 27 Cómo derrotar la tentación


Huye de las cosas que suelen provocar malos
pensamientos... y apégate a lo que provoque
en ti el deseo de hacer el bien.
2º Timoteo 2:22 (BAD)

 
Pero recuerden esto: los malos deseos que les hayan
sobrevenido no son ni nuevos ni diferentes. Muchísimos
han pasado exactamente por las mismas situaciones.
ninguna tentación es irresistible. Pueden estar confiados
en la fidelidad de Dios, que no dejará que la tentación
sea más fuerte de lo que pueden resistir; Dios lo prometió
y jamás falta a su palabra. Ya verán que les muestra la
manera de escapar de la tentación para que puedan
resistirla con paciencia.
1º Corintios 10:13 (BAD)

Siempre hay una salida.
A veces puedes sentir que una tentación es demasiado insoportable, pero eso es mentira de Satanás. Dios ha prometido que nunca permitirá que haya más sobre ti que lo que te pone dentro para vencerla. Él no te permitirá ninguna tentación que no puedas superar. Sin embargo, también debes hacer tu parte practicando cuatro claves bíblicas para derrotar la tentación.
Vuelve a concentrar tu atención en algo diferente. Te sorprenderá saber que en ninguna parte de la Biblia se nos dice que debemos “resistir la tentación”. Se nos dice que “resistamos al diablo”, pero eso es muy distinto, como explicaré más adelante. En cambio, se nos aconseja que volvamos a enfocar nuestra atención porque resistir un pensamiento no resulta. Sólo intensifica nuestro enfoque en lo malo y fortalece su fascinación. Permíteme explicarte:
Cada vez que intentas bloquear un pensamiento en tu mente, lo grabas más profundo en tu memoria. Cuando lo resistes, en realidad lo refuerzas. Esto resulta especialmente cierto en el caso de la tentación. No la derrotas luchando contra los sentimientos que te produce. Cuanto más luchas contra un sentimiento, tanto más te consume y controla. Realmente lo fortaleces cada vez que piensas en él.
Dado que la tentación siempre empieza con un pensamiento, la manera más rápida para neutralizar su fascinación es concentrarte en otra cosa. No luches contra ese pensamiento, simplemente cambia el cauce de tu mente y procura interesarte en otra idea. Este es el primer paso para derrotar la tentación.
La batalla contra el pecado se gana o se pierde en la mente. Cualquier cosa que atrape tu atención te atrapará a ti. Por eso Job dijo: “Hice un pacto con mis ojos para no mirar con lujuria a ninguna mujer joven”. Y el salmista oró: “Guárdame de prestar atención a lo que no tiene valor”.
¿Alguna vez viste un anuncio comercial en la televisión promocionando una comida y de repente sentiste hambre? ¿Has oído toser a una persona alguna vez e inmediatamente sientes la necesidad de aclarar tu garganta? ¿Alguna vez viste a una persona abriendo la boca en un gran bostezo y enseguida sentiste ganas de bostezar también? (¡Es posible que estés bostezando ahora mismo mientras estás leyendo esto!) Ese es el poder de la sugestión. En forma natural nos acercamos a cualquier cosa en la que nos concentremos. Cuanto más pienses en algo, tanto más fuerte te retendrá.
Por esa razón la repetición de “Debo dejar de comer demasiado... o dejar de fumar... o dejar la lujuria” es una estrategia de derrota. Te mantiene enfocado en lo que no quieres. Es como si anunciaras: “Yo nunca voy a hacer lo que hizo mi madre”. Te estás preparando para repetirlo.
La mayoría de las dietas no resultan porque lo mantienen a uno pensando en la comida todo el tiempo, garantizando que tendremos hambre. Del mismo modo, un orador que se repite a sí mismo todo el tiempo: “¡No te pongas nervioso!” ¡Se prepara para ponerse nervioso! En cambio debería concentrarse en cualquier otra cosa excepto en sus sentimientos: en Dios, en la importancia de su discurso o en las necesidades de sus oyentes.
La tentación empieza por captar tu atención. Lo que capta tu atención estimula tu deseo. Después tus deseos activan tu conducta, y actúas con base en lo que sentiste. Cuanto más te concentres en “No quiero hacer esto”, tanto más fuerte te atraerá hacia su red.
Hacer caso omiso de una tentación es más eficaz que luchar contra ella. En cuanto tu mente está en otra cosa, la tentación pierde su poder. Así que, cuando la tentación te llame por teléfono, no discutas con ella, ¡simplemente cuelga!
A veces esto significa dejar físicamente una situación tentadora. Hay ocasiones en que lo correcto es huir. Levántate y apaga la televisión. Aléjate de un grupo que está contando chismes. Abandona el cine en medio de la película. Para que las abejas no te piquen, quédate lejos del enjambre. Haz lo que sea necesario para concentrarte en otra cosa.
Desde el punto de vista espiritual, nuestra mente es el órgano más vulnerable. Para reducir la tentación, mantén tu mente ocupada con la Palabra de Dios y otros pensamientos buenos. Los pensamientos malos se derrotan pensando en algo mejor. Este es el principio del reemplazo. Vence el mal con el bien. Satanás no puede llamarnos la atención cuando nuestra mente está preocupada con otra cosa. Por eso la Biblia nos aconseja repetidas veces que mantengamos nuestras mentes enfocadas: “Consideren a Jesús”. “Siempre piensen en Jesucristo”.
“Llenen sus mentes de las cosas que son buenas y que merecen alabanza: cosas que son verdaderas, nobles, correctas, puras, encantadoras, y honorables”.
Si realmente quieres derrotar la tentación, debes organizar tu mente y monitorear tu consumo de los medios de información. El hombre más sabio que haya vivido jamás, advirtió: “Ten cuidado cómo piensas; tu vida está moldeada por tus pensamientos”. No permitas que la basura entre a tu mente indiscriminadamente. Sé selectivo. Escoge con cuidado en qué cosas vas a pensar. Sigue el modelo de Pablo: “Llevamos cautivo todo pensamiento y hacemos que se rinda y obedezca a Cristo”. Esto requiere una vida de práctica, pero con la ayuda del Espíritu Santo puedes reprogramar tu manera de pensar.
Revela tu lucha a un amigo consagrado o a un grupo de apoyo.
No tienes que hacer pública tu tentación al mundo entero, pero necesitas contar con por lo menos una persona a quien expresarle con sinceridad tus luchas. La Biblia dice: “Es mejor que tengas un amigo, a que estés completamente solo... Si caes, tu amigo puede ayudarte. Pero si caes sin tener un amigo cercano, estás realmente en problemas”.
Aclaremos esto: Si estás perdiendo la batalla contra un persistente y mal hábito, una adicción o una tentación y estás atrapado en un círculo vicioso de buenas intenciones, fracasos y culpa, ¡no te mejorarás por ti mismo! Necesitas ayuda de otras personas. Algunas tentaciones sólo se superan con la ayuda de un compañero que ora por ti, te anima y te ayuda a asumir tu responsabilidad.
El plan de Dios para tu crecimiento y libertad incluye a otros cristianos. La comunión auténtica y sincera es el antídoto en la lucha solitaria contra los pecados difíciles de abandonar. Dios dice que esta es la única manera para lograr liberarse: “Confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados”.
¿Realmente quieres ser sanado de esa tentación que sigue derrotándote de continuo? La solución de Dios es muy clara: ¡No la reprimas, confiésala! ¡No la ocultes; manifiéstala! La revelación de tu sentimiento es el principio de la sanidad.
Si escondes tu dolor sólo lo intensificas. Los problemas crecen en la oscuridad y se agrandan, pero cuando son expuestos a la luz de la verdad, se encogen. Solo, estás tan enfermo como tus secretos. Así que quítate la máscara, deja de disimular que eres perfecto y camina hacia la liberación.
En la Iglesia de Saddleback hemos visto el tremendo poder que tiene este principio para debilitar las garras de las adicciones aparentemente desesperantes y de las tentaciones persistentes a través de un programa que desarrollamos llamado “Celebra la Recuperación”. Se trata de un proceso bíblico de restauración, de ocho pasos, basado en las bienaventuranzas de Jesús y organizado con base en pequeños grupos de apoyo. En los últimos diez años más de cinco mil vidas han sido liberadas de toda clase de hábitos, heridas y adicciones. Hoy el programa se usa en miles de iglesias. Recomiendo que lo uses en tu congregación (Apéndice 2).
Satanás quiere que pienses que tu pecado y tentación son únicos y que, por lo tanto, los tienes que guardar en secreto. La verdad es que todos estamos en el mismo barco. Todos luchamos contra las mismas tentaciones y “todos hemos pecado” . Millones han sentido lo mismo que tú y han enfrentado las mismas luchas que tienes en este momento.
Escondemos nuestros defectos por orgullo. Queremos que otros piensen que tenemos todo “bajo control”. La verdad es que cualquier cosa de la que no puedas hablar ya está fuera de control en tu vida: problemas con las finanzas, con tu matrimonio, con los hijos, con pensamientos, con la sexualidad, con hábitos secretos o con cualquier otra cosa. Si pudieras solucionarlos por ti mismo, ya lo habrías hecho. Pero no puedes. La fuerza de voluntad y las resoluciones personales no son suficientes.
Algunos problemas están demasiado arraigados en ti, son hábitos demasiado fuertes y demasiado grandes como para que puedas resolverlos solo. Necesitas un grupo pequeño o un compañero mentor que te anime, te apoye, ore por ti, te ame incondicionalmente y te pida cuentas. Después podrás hacer lo mismo por ellos.
Siempre que alguien me confía: “Yo nunca le he dicho esto a nadie hasta ahora”, me emociono por esa persona porque sé que está a punto de experimentar un gran alivio y liberación. La válvula de presión va a ser liberada, y por primera vez vas a ver un rayo de esperanza en tu futuro. Siempre sucede cuando hacemos lo que dios nos dice que hagamos, reconociendo nuestras luchas a un amigo consagrado.
Permíteme hacerte una pregunta difícil: ¿Hay algún problema que disimulas en tu vida? ¿De qué cosas tienes miedo de hablar? No vas a resolverlo solo. Sí, se necesita humildad para reconocer nuestras debilidades ante otros, pero la misma falta de humildad es lo que nos impide mejorar. La Biblia dice: “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes: Así que humíllense delante de Dios”.
Resiste al diablo. Después de humillarnos y de ponernos en manos de dios, debemos desafiar al diablo. El reto de Santiago 4:7 dice: “Resistid al diablo y huirá de vosotros”. No renunciamos pasivamente a sus ataques. Debemos enfrentarlo y luchar.
El Nuevo Testamento describe a menudo la vida cristiana como una batalla espiritual contra las fuerzas malignas, usando términos de guerra como pelear, conquistar, luchar y vencer. A menudo los cristianos somos comparados con soldados que ocupan territorio enemigo.
¿cómo podemos resistir al diablo? Pablo nos dice: “Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo”. El primer paso es aceptar la salvación de Dios. No serás capaz de decirle nada al diablo a menos que le hayas dicho que sí a Cristo. Sin Cristo estamos indefensos contra el diablo, pero Dios protege nuestras mentes con “el casco de la salvación”. Recuerda esto: Si eres creyente, Satanás no puede obligarte a hacer nada; sólo puede darte sugerencias.
Segundo, debes usar la Palabra de Dios como tu arma contra Satanás. Jesús nos dejó su ejemplo; el diablo lo tentó en el desierto. Cada vez que Satanás sugería una tentación, Jesús se oponía citando las Escrituras. Él no discutió con Satanás. Ni dijo: “Yo no tengo hambre”, cuando el diablo lo tentó a que usara su poder para satisfacer una necesidad personal. Simplemente citó las Escrituras de memoria. Nosotros debemos hacer lo mismo. Hay poder en la Palabra de Dios, y Satanás le tiene miedo.
Nunca trates de discutir con el diablo. Él discute mejor que tú, porque ha tenido miles de años para practicar. No puedes engañar a Satanás con la lógica o con tu opinión, pero sí puedes usar el arma que lo hace temblar: la verdad de Dios. Por eso la memorización de las Escrituras es absolutamente esencial para derrotar la tentación. Tienes acceso rápido a ella en cuanto eres tentado. Al igual que Jesús, tienes la verdad guardada en tu corazón, pronta para ser recordada.
¡Si no has memorizado ningún versículo de la Biblia, tu arma está descargada! Así que te desafío a memorizar un versículo por semana de ahora en adelante. Imagínate cuánto más fuerte llegarás a ser.
Percátate de tu vulnerabilidad. Dios nos advierte: Nunca debemos ser arrogantes ni confiados en exceso; esto es la receta para el desastre. Jeremías dijo: “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio”. Eso significa que somos buenos para engañarnos a nosotros mismos. Dadas las circunstancias correctas, cualquiera es capaz de cometer pecado. Nunca debemos bajar la guardia, ni pensar que la tentación no nos puede alcanzar.
No te coloques descuidadamente en situaciones tentadoras. Evítalas. recuerda que es más fácil huir de la tentación que salir de ella. La Biblia dice: “No sean tan ingenuos ni tengan tanta confianza en sí mismos. Ustedes no están eximidos. Podrían tropezar y caer de plano tan fácilmente como cualquier otra persona. Olvídense de la confianza en sí mismos; es inútil. Cultiven la confianza en Dios”.
DÍA VEINTISIETE
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Siempre hay una salida.
Versículo para recordar: “Puedes estar confiado en la fidelidad de dios, que no dejará que la tentación sea más fuerte de lo que puedes resistir; Dios lo prometió y jamás falta a su palabra. Ya verás que te muestra la manera de escapar de la tentación; para que puedas resistirla con paciencia”. 1º Corintios 10:13 (BAD).
Pregunta para considerar: ¿A quién le puedo pedir que sea mi compañero espiritual, para que orando por mí me ayude a derrotar una tentación persistente?

DIA 26 Crecimiento a través de la tentación


Dichoso el hombre que no cede a hacer
lo malo, cuando es tentado,
porque un día recibirá la corona de vida que Dios ha
prometido a los que lo aman.
Santiago 1:12 (BAD)

Mis tentaciones han sido mi maestría en teologíaMartín Lutero.

Cada tentación es una oportunidad para hacer el bien.
En el camino hacia la madurez espiritual, hasta la tentación llega a ser un escalón más que una piedra de tropiezo cuando comprendes que puede ser tanto una ocasión para hacer lo correcto como para hacer lo incorrecto. La tentación solamente proporciona una elección. Aunque es el arma principal de Satanás para destruirte, Dios quiere usarla para tu desarrollo. Cada vez que escoges hacer lo bueno en lugar de pecar, estás madurando en el carácter de Cristo.
Para entender esto, primero debes identificar las cualidades del carácter de Jesús. Una de las descripciones más conocidas de su carácter es el fruto del Espíritu: “Cuando el Espíritu Santo controla nuestras vidas, Él producirá este tipo de fruto en nosotros: amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y autocontrol”.
Estas nueve cualidades son una ampliación del Gran Mandamiento y describen un hermoso retrato de Jesucristo. Él es perfecto amor, gozo, paz, paciencia, y todos los otros frutos incorporados en una sola persona. Tener el fruto del Espíritu es ser como Cristo.
¿Cómo, entonces, produce el Espíritu Santo estos nueve frutos en tu vida? ¿Los crea al instante? ¿Te despertarás un día y te llenarás de repente de estas características totalmente desarrolladas? No. La fruta siempre madura y llega a su punto lentamente.
La siguiente frase es una de las verdades espirituales más importantes que podrás llegar a aprender alguna vez: ¡Dios desarrolla el fruto del Espíritu en tu vida, permitiéndote experimentar circunstancias en las que seas tentado para producir exactamente la cualidad contraria! El desarrollo del carácter siempre involucra una elección, y la tentación proporciona esa oportunidad.
Por ejemplo, Dios nos enseña a amar poniéndonos personas desagradables a nuestro alrededor. No requieres fuerza de voluntad para amar a las personas que son encantadoras y amorosas contigo. Dios nos enseña el verdadero gozo en medio de la tristeza, cuando nos volvemos a Él. La felicidad depende de las circunstancias externas, pero el gozo está basado en tu relación con Dios.
Dios desarrolla la paz verdadera dentro de nosotros, no haciendo que las cosas vayan de la manea en que lo habíamos planeado, sino permitiendo tiempos de caos y confusión. Cualquiera puede tener paz observando un hermoso ocaso o descansando cuando está de vacaciones. Aprendemos la paz verdadera cuando escogemos confiar en Dios a pesar de las circunstancias cuando estamos tentados a preocuparnos o a tener miedo. De igual modo, la paciencia se desarrolla en las circunstancias que nos obligan a esperar, cuando estamos tentados a enfadarnos o a punto de explotar.
Dios utiliza la situación opuesta de cada fruto para que tengamos la posibilidad de elegir. No puedes decir que eres bueno si nunca has sido tentado a ser malo. No puedes decir que eres fiel si nunca has tenido la oportunidad de ser infiel.
La integridad se construye derrotando la tentación a ser deshonestos; la humildad crece cuando nos negamos a ser orgullosos; y desarrollas la paciencia cada vez que rechazas la tentación de rendirte. ¡Cada vez que derrotas una tentación te pareces más a Jesús!

CÓMO OPERA LA TENTACIÓN
Nos ayuda saber que Satanás es completamente predecible. Él ha usado la misma estrategia y las viejas artimañas desde la creación. Todas las tentaciones siguen el mismo modelo. Por eso Pablo dijo: “No ignoramos sus artimañas”. De la Biblia aprendemos que la tentación sigue un proceso de cuatro pasos, los mismos que Satanás usó tanto con Adán y Eva como con Jesús.
En el primer paso, Satanás identifica un deseo dentro de ti. Puede ser un deseo pecaminoso, como el de venganza o de manipular a otros, o puede ser uno legítimo y normal, como el deseo de ser amado y valorado o de sentir placer. La tentación empieza cuando Satanás te sugiere (con un pensamiento) que cedas a un deseo malo o que se cumpla un deseo legítimo de manera equivocada o en el momento errado. Ten siempre cuidado con los atajos. ¡A menudo son tentaciones! Satanás susurra: “¡Te lo mereces! ¡Debes tenerlo ahora! Será emocionante... reconfortante... o te hará sentir mejor”.
Pensamos que la tentación está alrededor de nosotros, pero Dios dice que empieza dentro de nosotros. Si no tuvieras ningún deseo interno, no podría atraerte. La tentación siempre empieza en tu mente, no en las circunstancias. Jesús dijo: “Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona”. Santiago nos dice que hay “un ejército de malos deseos dentro de nosotros”.
El segundo paso es la duda. Satanás trata de conseguir que dudes de lo que Dios ha dicho sorbe el pecado: ¿Es realmente malo? ¿Es verdad que Dios dijo que no lo hagas? ¿No será que Dios dio esta prohibición para otra persona o para otra época? ¿Acaso Dios no quiere que yo sea feliz? La Biblia advierte: “¡Tengan cuidado! No permitan que los malos pensamientos o las dudas hagan que alguno de ustedes se aparte del Dios vivo”.
El tercer paso es el engaño. Satanás es incapaz de decir la verdad; la Biblia lo llama “el Padre de mentiras”. Cualquier cosa que te diga será falsa o simplemente una verdad a medias. Satanás ofrece su mentira para reemplazar lo que Dios ya ha dicho en su Palabra. Satanás dice: “No morirás. Serás tan sabio, como Dios. Puedes salirte con la tuya. Nadie lo sabrá. Resolverás tus problemas. Además, todos lo hacen. Sólo es un pecado pequeño”. Pero un pecado pequeño es como estar “un poco embarazada”: finalmente quedará en evidencia.
El cuarto paso es la desobediencia. Al final te comportarás de acuerdo con lo que estuviste maquinando en tu mente. Lo que comenzó como una idea al fin sale a luz en la conducta. Cedes ante lo que capte tu atención. Crees las mentiras de Satanás y caes en la trampa de la que te advierte Santiago: “Cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. Mis queridos hermanos, no se engañen”.

CÓMO VENCER LA TENTACIÓN
Entender cómo opera la tentación ya es en sí mismo útil, pero hay pasos específicos que necesitas dar para vencerla.
Rehúsa ser intimidado. Muchos cristianos se asustan y se desmoralizan con pensamientos tentadores, se sienten culpables porque no están “por encima” de la tentación. Se sienten avergonzados por el solo hecho de ser tentados. No han entendido correctamente en qué consiste la madurez. Nunca podremos dejar atrás la tentación.
En un sentido puedes considerar la tentación como un cumplido. Satanás no tiene que tentar a los que están haciendo su mala voluntad; ya son de él. La tentación es una señal de que Satanás te odia, no de tu debilidad o mundanalidad. También es una parte normal del ser humano y del hecho de vivir en un mundo caído. No te sorprendas ni te asustes o descorazones por ser tentado. Sé realista en cuanto a la incapacidad de evitar la tentación; nunca podrás evitarla completamente. La Biblia dice: “Cuando sean tentados...”, no dice “si son tentados”. Pablo aconseja: “Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano”.
No es un pecado ser tentado. Jesús lo fue, sin embargo nunca pecó. La tentación sólo se convierte en pecado cuando cedes ante ella. Martín Lutero dijo: “Usted no puede impedir que los pájaros vuelen encima de su cabeza, pero puede impedir que hagan un nido en su pelo”. No puedes impedir que el diablo te sugiera determinados pensamientos, pero si puedes decidir no darles cabida o actuar con base en ellos.
Por ejemplo, muchas personas no distinguen la diferencia que hay entre la atracción física o la excitación sexual y la lujuria. No son lo mismo. Dios nos creó como seres sexuales, y eso es bueno. La atracción y la excitación son respuestas naturales, espontáneas y dadas por Dios a la belleza física, mientras que la lujuria es un acto deliberado de la voluntad.
La lujuria es la opción de cometer en tu mente lo que te gustaría hacer con tu cuerpo. Puedes sentirte atraído o incluso excitado y, sin embargo, decidir no pecar por lujuria. Muchas personas, sobre todo los varones cristianos, se sienten culpables porque las hormonas que Dios les dio se les alborotan. Cuando automáticamente una mujer atractiva les llama la atención, suponen que es lujuria y se sienten avergonzados y condenados. Pero la atracción no es lujuria hasta que se le da cabida.
Realmente, cuanto más te acercas a Dios, tanto más Satanás tratará de tentarte. En cuanto llegaste a ser un hijo de Dios, Satanás, como un mafioso que contrata asesinos a sueldo, “puso precio a tu cabeza”. Eres su enemigo, y él está tramando tu caída.
A veces, mientras oras, Satanás sugerirá un pensamiento raro o malo simplemente para distraerte y avergonzarte. No te alarmes ni te avergüences por eso, pero comprende que Satanás le tiene miedo a tus oraciones e intentará hacer cualquier cosa para detenerlas. En lugar de condenarte con “¿Cómo se me ocurrió un pensamiento así?”, piensa que es una distracción de Satanás e inmediatamente vuelve a concentrarte en Dios-
Reconoce lo que te tienta y prepárate. Ciertas situaciones te hacen más vulnerable a la tentación que otras. Algunas circunstancias te harán tropezar casi de inmediato, mientras que otras no te molestarán mucho. Estas situaciones son particulares para tus debilidades y necesitas identificarlas porque ¡Satanás las conoce con toda seguridad! Él sabe exactamente qué es lo que te hace tropezar y trabaja constantemente para ponerte en esas circunstancias. Pedro advierte: “Manténganse en alerta. El diablo está en posición para saltar; y anda le gustaría más que encontrarlos tomando una siesta”.
Pregúntate: “¿Cuándo me siento más tentado? ¿Qué día de la semana? ¿A qué hora del día?” Pregunta: “¿Dónde me siento más tentado? ¿En el trabajo? ¿En casa? ¿En la casa de un vecino? ¿En un centro deportivo? ¿En el aeropuerto o en un motel fuera de la ciudad?”.
Pregúntate: “¿Quién está conmigo cuando soy más tentado? ¿Los amigos? ¿Los colaboradores? ¿Una muchedumbre de extraños? ¿Cuándo estoy solo?” También pregúntate: “¿Cómo me siento por lo general cuando soy más tentado?” Puede ser cuando estás cansado o solo o aburrido o deprimido o bajo estrés. Puede ser cuando sientes que te han lastimado o estás enfadado o angustiado, o después de un gran éxito o cuando espiritualmente te sientes en la cima.
Debes identificar tu modelo particular de tentación y luego prepararte para evitar esas situaciones tanto como sea posible. La Biblia nos dice repetidamente que nos anticipemos y estemos listos para enfrentar la tentación. Pablo dijo: “No le den ninguna oportunidad al diablo”. La planeación sabia reduce la tentación. Sigue el consejo de Proverbios, que nos aconseja: “Planeen cuidadosamente lo que hacen... Eviten el mal y caminen directamente hacia delante. No se desvíen ni un paso del camino correcto”. “El pueblo de Dios evita los caminos malos, y se protege mirando por dónde va”.
Pídele ayuda a Dios. El cielo tiene una línea abierta para las emergencias las veinticuatro horas del día. Dios quiere que le pidas ayuda para superar la tentación. Él dice: “Llámame cuando estés angustiado; yo te libraré, y tú me honrarás”.
Yo llamo a esto una oración “microondas” porque es rápida y a punto: ¡Socorro! ¡SOS! ¡Ayuda! Cuando la tentación azota, no hay tiempo para mantener una conversación larga con Dios; simplemente clamamos a Dios. David, Daniel, Pedro, Pablo, y otros millones, han orado este tipo de plegaria instantánea pidiendo ayuda en medio de los problemas.
La Biblia garantiza que nuestro clamor por ayuda será oído porque Jesús se solidariza con nuestras luchas. Él enfrentó las mismas tentaciones que nosotros. Él “entiende nuestras debilidades, porque Él enfrentó todas las mismas tentaciones que nosotros, sin embargo, Él no pecó”.
Si Dios está esperando para ayudarnos a derrotar la tentación, ¿por qué no nos volvemos a Él más a menudo? A decir verdad, ¡a veces no queremos que nos ayude! Preferimos ceder a la tentación aunque sabemos que es malo. En ese momento pensamos que sabemos lo que es mejor para nosotros más que Dios.
En otros momentos nos avergonzamos de pedirle ayuda porque seguimos cediendo a la misma tentación una y otra vez. Pero Dios nunca se irrita, no se aburre ni se impacienta cuando seguimos recurriendo a Él. La Biblia dice: “Por lo tanto, tengamos confianza y acerquémonos al trono de Dios, donde hay gracia. Allí recibiremos misericordia y hallaremos gracia para ayudarnos exactamente cuando la necesitamos”.
El amor de Dios es eterno, y su paciencia es para siempre. Si tienes que clamar pidiéndole ayuda a Dios doscientas veces al día para derrotar cierta tentación en particular, Él estará más que dispuesto a brindarte su misericordia y su gracia, así que acércate a él con confianza. Pídele que te dé poder para hacer lo correcto y luego espera que te lo proporcione.Las tentaciones nos mantienen dependiendo constantemente de Dios. Así como las raíces crecen más firmes cuando el viento arrecia contra un árbol, cada vez que resistes una tentación te asemejas más a Jesús. Cuando tropieces ¾y tropezarás¾ no pienses que es una fatalidad. En lugar de ceder o rendirte, mira a Dios, espera que Él te ayude, y recuerda la recompensa que te espera: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman”.
DÍA VEINTISEIS
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Cada tentación es una oportunidad para hacer el bien.
Versículo para recordar: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman”. Santiago 1:12 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Qué cualidad del carácter de Cristo puedo desarrollar si derroto la tentación más común que enfrento?